viernes, 28 de noviembre de 2025

El río y la estrella

Así como tus flores siempre fueron tuyas, mis palabras son mías desde la mayúscula hasta el punto final.

Hay orgullo desbordante donde hay verdad, donde hay realidad…así que me perdono poco a poco por dejar morir tus flores, y te perdonaré si dejas que mis palabras sean desdibujadas del papel con el paso del tiempo. De mi memoria y de mi alma nunca serán marchitadas ni borradas.

Siempre que mire al cielo sabré que tú me hiciste darme cuenta de que era estrella…por las buenas y por las malas me lo hiciste saber bien.

Siempre recordaré que, cuando mis ojos no podían ver entre las lágrimas, describiste la luna para mí. Y bajo el cobijo de esa luna muchos mañanas después te prometí jamás olvidarte: una promesa que mantendré hasta que mi alma se apague por completo.

En cada amanecer que me encuentra despeinada, imperfecta, libre, aprendiendo… hay un rincón secreto donde tu recuerdo florece, y sigue siendo mi maestro.

Mi amor por ti es un río que no se seca porque es su cauce lo que le da un sentido al tiempo. Si alguna vez tu amor sopla como viento, dará fuerza a ese río, para que las piedras sigan rodando y en algún momento se encuentren.

Pase lo que pase, seguiré siendo agua: fluyendo, congelándome, derritiéndome, evaporándome…siempre en ciclo, porque la vida es eso.

Seguiré siendo horizonte que no necesita al sol para ser horizonte, aún sabiendo que es más bonito con sus colores vistiéndolo.

Y si alguna vez levantas la mirada hacia el cielo, me verás siendo esa estrella pequeña, difícil de ubicar, pero encendida, siempre encendida para los ojos que miren cuidosamente.

 

 


sábado, 22 de noviembre de 2025

Soy mi propia autora


 Hay una lección que tardamos en entender: nuestro valor como personas no radica en ser "elegidos". Tú eras tú, maravilloso y único aún si yo me declinaba por alguien con quien pudiera mantener mi manera insana de amar. Y yo soy yo, con esas rarezas, manías y defectos que cada día acepto y quiero más.

No cometeré el mismo error de creer que necesito ser vista para existir, de alejarme de mi esencia sólo para encajar en la narrativa y en las expectativas de los demás. En mi mano también hay un bolígrafo, ante mí hay días por delante para escribir a mi manera.

Seguiré con mi cabello corto y desordenado porque mis ideas son también todo un disturbio que me apasiona.

Seguiré con mi cara lavada porque el maquillaje no va a tapar la historia de mis pecas, mis arrugas, y mis cicatrices. Seguiré con mis uñas cortas y sin esmalte porque no voy a cubrir mis ganas de cuidar a los animales sacrificados en pruebas estúpidas e innecesarias.

No sacrificaré la salud y comodidad de mis pies, de mis raíces que se mueven por el mundo, sólo para estar a la altura de la mujer de tus idealizaciones.

No lastimaré más mis tendones, mi estómago, sólo para ser esa mujer de 90-60-90 cuando me zurran las matemáticas especialmente en la belleza obligatoria.

No usaré más máscaras ni disfraces porque ya he interpretado toda mi vida personajes en obras que no eran mías. Ya me cansé de engañarme con espejismos para no buscarme en mis adentros.

Cada día quiero ser más imperfecta, más humana, más libre.

Cada día quiero conectar más con lo que realmente me importa.

Tal vez llevo en la sangre lo hippie de mi abuela. Qué orgullo.

Tal vez no debo ser la mujer que debes llevar a cenar con un anillo brillante para sorprender al gobernador, porque no toleraría estar tan cerca de un maldito servidor público que de servidor no tiene nada: le exigiría, a base de insultos si es necesario, que se ponga a chambear porque hay demasiado dolor en el mundo por sanar.

Y si no me eliges siendo yo, quédate tranquilo: no seré la loca de los gatos. He aprendido demasiado de ellos, pero seré la mujer vegetariana que pasea por la ciudad muy orgullosa con su cerdito.

No soy un delicado y sonrosado tulipán en el continente frío de saqueadores históricos, soy un diente de león amarillo brillante en la jodida y chingona América Latina.

No soy la luna que refleja tu luz, soy una estrella que arde con todas sus fuerzas. Una estrella que se perdona por haber quemado y por haber sido fugaz cuando debió alumbrar noches oscuras.

No necesito ser el Sol, no necesito competir con ningún astro. Me alegra ser así de pequeña, de difícil de identificar en el cielo porque así sólo me sabrán ver los ojos que quieran encontrarme.

Esta soy yo:

despeinada

con trastornos mentales por sanar

con miedos, 

pero también con una valentía inagotable, que se desborda.

No me importa pasar desapercibida. Ardo para cicatrizar lo que me duele, ardo para respirar lo que defiendo. 



 




miércoles, 12 de noviembre de 2025

La esperanza no espera

 

 
¿Dónde aleteará la esperanza cuando todo ecosistema este plantado con flores de destrucción?
Los cuerpos flotantes en descomposición en Veracruz no esperan.
El sombrero de la valentía ensangrentado en Uruapan no espera.
La piel lacerada por el fuego luchando por cicatrizar sola, sin ayuda, no espera.
La sangre de la ficción está multada, oculta; pero la sangre real que corre a mares por las calles, no espera.
¿Cuánto más dolor necesitamos para despertar de esta anestesia? 
La bandera finge estar en alto, pero ante los ojos de muchos en realidad está a media asta. 
Está de luto, está doblegada: nuestros héroes fracasaron, nuestros héroes mintieron. 
Por ello, que cada herida sea bandera,
y que cada grito sea semilla.
Que la memoria de los ausentes sea pólvora contra la indiferencia,
que la esperanza aletee devastada incluso entre las ruinas.
Porque la esperanza de México no es un partido político, es su pueblo.
Porque el miedo se volvió hartazgo.
Porque sin justicia no hay paz, y sin paz no somos libres.
Porque no esperaremos más: 
aunque el suelo esté manchado de sangre, 
la libertad se siembra hoy.




domingo, 9 de noviembre de 2025

El hombre de mis vidas

 Soñé contigo y desperté sonriendo. En mi sueño, me despojaba de toda mi armadura, de todas mis defensas, para que pudieras verme completamente. Parpadeaba varias veces al verte, sin poder creer el tenerte frente a mí...la verdad, también en un intento de coquetería. Y te abrazaba con fuerza, no con una fuerza ávida o angustiosa como la última vez que te abracé, sino con una alegría tan inmensa que no cabía en mí.

"Te extrañé mucho" decía, sabiendo que esta vez habías llegado para quedarte. Cerraba los ojos para sentirte más, para verte con el corazón, y me sentía plena. Nos besábamos, y se encontraba tu pasión con mi ternura, peleaban hasta que aprendían a danzar al mismo ritmo. Entonces sabía que nunca había sentido tanto amor y deseo por la misma persona, sabía que el ágape y el eros realmente no eran del todo opuestos. Y reíamos del pasado que tanto un día nos dolió. Reíamos, porque sentíamos esa cosquilla extraña que se siente cuando pasas el dedo por una herida que por fin ha cicatrizado.

Te sueño, y eres el único al que sueño. Es que eres el hombre de mi vida, de mis vidas.

Sé que sonará extraño, pero fuiste cuando más lo necesitaba un padre para mí: me cobijaste con dulzura, murmurándome al oído que todo estaría bien; toleraste mis rabietas, por más irracionales que fueran; me regañaste, y a la vez perdonaste mis múltiples equivocaciones; me guiaste, me inspiraste a seguir tus pasos...pero también creíste en mí, en mis capacidades para construir mis propios sueños, en mi fortaleza para sobrellevar las dificultades de la vida. No fueron cuidados paternos convencionales: fueron sólo los que Dios en su amor perfecto podría dar.

Después, desde mi adolescencia algo fuera de estación, has sido mi mejor amigo en todo el mundo, mi cómplice de travesuras, mi compañero de risas fáciles y de vida compleja. Has sido el primero al que quiero contarle todo: cada miedo, cada error, cada alegría, y cada acierto. Eres mi rinconcito del planeta en el que encuentro toda la seguridad y confianza.

Y en mi adultez, que por fin llegó, eres el hombre con el que me encuentro todas las noches en mis sueños, al que cubro con mil caricias pintando tu lienzo interno. Despierto deseando que mis labios tengan cientos de sabores para que a tu espíritu aventurero le sea suficiente, y te quedes a explorarme, descubrirme y conquistarme cada día. Te quedes, como que se queda una mariposa posada en una flor que es especial, aunque haya ya estado en otras mucho más fragantes y delicadas.

Eres el hombre que más deseo en todos los sentidos:

Deseo tu compañía en el asiento del copiloto, o del conductor, no importa mientras vayamos hacia donde ambos queremos. Quiero que compartamos la vida, las experiencias, las travesías dentro y fuera de nuestra mente.

Deseo tu voz, ya sea en una risa que busca eco o en una queja estresada, y tener las palabras y los silencios justos para acompañarte.

Deseo tu piel en mi piel, tu mano en mi mano, tu boca en mi boca...pero sobre todo: tus ojos en mis ojos, porque con miradas hemos hecho el amor de la forma más directa, más profunda en un lugar donde los cuerpos ya no son barreras para que las almas se embriaguen en un abrazo.

Pero ¿Sabes qué es lo que más deseo? Saberte feliz, pleno, tranquilo. Saberte sabiéndote inmensamente amado.

Si para eso es necesario que tu anillo enlace su dedo, y que crucen el océano a una nación que no se esté desmoronando como la nuestra, que así sea. Guardaré en mi corazón bajo llave el anhelo de que me lo pidas a mí con una gomita azucarada como lo hiciste tantas veces, pero esta vez rodeados del vuelo anaranjado de las monarcas. Renunciaré a decirte "Acepto lo que sea, todo lo que venga, siempre que sea contigo" mientras veo en tus ojos fundirse el atardecer en el mar. Me resignaré a no poner en la lista de la compra tu innecesaria carne de res, y viviré mi vegetariana vida en un departamento lleno de gatos porque el destino así lo quería. Me casaré con mi profesión, y mis únicos hijos serán los personajes de mis novelas...te juro por mi madre que no estoy intentando chantajearte ni presionarte, la espera me hace bien, no sería en balde en ningún posible escenario. 

Sólo quiero que sepas que mi sueño no estaría completo sin ti, más me valdría cambiar de sueño y esperar a una próxima reencarnación. Y que lo sepas en mi voz, en mi letra: pase lo que pase con nosotros en un futuro, tú fuiste, eres, y seguirás siendo el hombre de todas mis vidas. 






  



viernes, 7 de noviembre de 2025

Fe en nosotros, en lo vasto de lo sencillo

¿Qué espero de la vida? 

Pareciera poco, pero yo sé que es mucho.

Espero ver a mi mamá riendo con sus nietos, jugando entre las olas.

Espero aprender a manejar un auto, sólo para perderle el miedo, porque yo sé que aún así me moveré a pie o en bicicleta.

Sentarme a conversar con mi padre, aunque sea una vez, sobre por qué le duele tanto la vida...y llorar con él, y abrazarlo, y besarle las lágrimas...y de una vez por todas, perdonarlo y perdonarme por ser los dos tan cabeza hueca.

También espero ser una buena terapeuta, tener las respuestas que a mí no pudieron darme cuando era paciente...y si no, al menos una recetita, un manualcito sobre cómo sobrevivir a esa falta de respuestas

¿Sabes también que me gustaría, aunque ya es mucha ambición? 

Volver a caminar contigo una tarde por este parque, por el que ahora camino mientras te llevo sólo en el pensamiento. 

Caminar aquí contigo, y ver el atardecer fundirse en tus ojos y pensar "Ya es primavera" aunque apenas haya iniciado el otoño. 

Caminar contigo, y quizás comernos un helado...tal vez de yogurt, porque ahora es mi favorito, y si lo supieras tal vez podrías resignificarlo y odiarlo menos porque...eso, es mi favorito. 

Y yo podría ver con más fascinación y con menos pavor a las cifras con muchos dígitos... asombrándome cómo las usas todos los días, y convenciéndome de que son fáciles sólo porque tú las haces parecer así.

Volver a pelearnos en una competencia por una verdura, esta vez no con compañeros por una cebolla de un proyecto de ciencias... quizás ahora con una doñita en el supermercado porque tú viste primero ese limón perfecto, y tú no sabes perder.

¿Te he dicho antes que, aunque en las discusiones eso no me favorecía, me encanta que no sepas perder? 

Y volver a tumbarnos en el pasto como cuándo éramos casi unos niños, ver el cielo infinito y sentirlo menos infinito porque estamos juntos, y nuestro amor es más vasto, más imponente. 

Y entrelazar nuestras manos: abajo de la mesa, arriba de la almohada, frente al sacerdote aunque yo le haya perdido toda fe al catolicismo, pero porque mi fe en nosotros es inquebrantable.

Tomar nuestras manos riendo y llorando, en las buenas, en las malas, en las peores. Porque juntos las buenas, las hacemos las mejores; las malas, las hacemos graciosas; y las peores, las hacemos transitables. 

Podría parecer que es falsa modestia, pero yo sé lo ambicioso que es desear todo eso. Sólo las personas que hemos recibido una segunda oportunidad y la desperdiciamos sabemos lo costoso que es equivocarse, hacer de tu vida un desastre y después intentar reconstruir lo que dañaste. 

El problema es que los tontos somos soñadores, no sabemos cuándo parar de soñar...cada respiro es para eso, y cada suspiro es un sueño que soltamos, pero que en el fondo, no sabemos dejar marchitarse. Cada suspiro de un soñador es el soplido a un diente de león, esperando que la ilusión sea un viento tan fuerte que lleve las semillitas de las posibilidades a alguna parte, a alguna tierra con brazos abiertos, para cobijarlas.



martes, 4 de noviembre de 2025

Solecito frío y apagado


Eres mi certeza más suave y mi espera más fértil.

Eres mi ilusión más ávida y mi ilusión más paciente.

Aunque el tiempo nos desdoble, yo permanezco: como altar encendido, como promesa sin prisa. Mi amor se arrodilla ante tu necesidad de sanación sin necesidad de ser nombrado para existir.

Te extraño, te anhelo, pero es mi prioridad tu tranquilidad por encima de cualquier cosa. Tu paz es mi plegaria más constante. 

No quiero exigir, sólo ofrecerte acompañarte a lo lejos. 

Quiero ser, aun a distancia, el hogar donde pueda descansar tu mente ajetreada. Quiero acunar en mi propio pecho tu luz, y protegerla de todo dolor. Quiero ser el cuenco donde pueda reposar tu miedo.

Aun si no me nombras, yo te protejo desde el silencio que te honra. 

Si alguna vez el mundo te pesa, recuerda que hay un pecho que te guarda, una voz que te canta sin ruido, una presencia que no se ausenta.

Sé que hay tanto en este mundo que puede hacernos sangrar, es terriblemente difícil vencer los pecados tan practicados y no lastimar.  Pero, por favor, recuerda:

Aunque el frío queme y el miedo muerda

aunque todos sepan que los buenos han perdido

aunque todo el mundo tenga esta sensación rota

lo estás haciendo bien, puedes permitirte perder un día o dos. 

Recuerda que Viena espera por ti, y que, tú más que nadie, mereces ser feliz.

Recuerda que estoy contigo, respira conmigo. 

Recuerda que en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.

domingo, 2 de noviembre de 2025

La metafísica del corazón

 

La parte más difícil del duelo, y también su enseñanza más grande, es saber qué hacer con todo el amor que te quedó en las manos. Hay dolor no sólo por lo perdido, también por lo que quedó vivo, sin un cauce claro por donde fluir.

Duele no saber si se fue sabiéndose amado o amada por ti, porque creíste que habría más tiempo, más vida...y la derrochaste. Quisiste creer que habría más oportunidades de compartir una comida, un viaje, una risa; más oportunidades de pedir una disculpa, de besar las cicatrices. Y de pronto, se extinguieron todas.

 Jorge Bucay dice que la muerte llega a desbaratar esa ilusión infantil de que existe la eternidad, aquí, en el mundo de los vivos, de lo terrenal, de lo dolorosamente efímero. La muerte llega a desanestesiarnos, a recordarnos el filo del tiempo.

¿Por qué yo no caí en cuenta de eso a los 13 años, cuando falleció mi abuelita? ¿Por qué tuvo que venir mi pequeña Hanna a enseñarme que el tiempo le queda chico al amor, que nunca alcanza para todo lo que quisieras dar, expresar, demostrar? El amor desborda cualquier cronología, cualquier calendario. Es una fuerza que no cabe en la lógica lineal, es un río que rompe sus márgenes. 

¿Por qué no vivimos cada momento como si fuéramos a retratarlo con una cámara análoga, cuidando la luz y la oscuridad que dejamos colarse en el encuadre? Será la memoria quien revele químicamente qué tan hermosamente capturado quedó ese instante...nada más y nada menos que la memoria, lo que le da tronco y raíces a nuestra identidad. Le da rostro a nuestra historia, y pies a nuestras decisiones venideras. 

Por eso, todo lo que espero atesorar en esta vida es saber que el viaje valió la pena: que logré ser un buen recuerdo alguna vez para alguien. No sé si Hanna se fue con más fotografías análogas cuidadas por mi amor, o con fotografías digitales tomadas descuidadamente porque creí que no importaba lo mal que salieran, si de todas maneras se iban a borrar y habría más receptividad en el lente para tomar más...sólo sé que ella, y perderla a ella, me enseñó que cada latido, cada exhalación, cada huella que deja atrás el minutero, cuenta. Es una oportunidad de vivir, vivir de veras...y para mí, la única forma de realmente estar viva es trascendiendo a través del amor.  

¿Qué hago entonces con el amor que me quedó en las manos para darle a quienes ya no están físicamente hoy a mi lado? Darlo. No como quisiera, no como antes podía, pero aún puedo enviárselos en el viento, en el sonido, en mis sueños, en decisiones que honren sus enseñanzas con autocuidado y cuidado a los otros. Aún puede ser mi amor una caricia al pensamiento y con el pensamiento, deseando que estén donde estén, sepan que su existencia y su paso por mi propia vida, ha sido el milagro más bello que he experimentado. 

El milagro no es la permanencia, sino el paso: el tránsito que dejó huella. El milagro es seguir significando el amor que no se extingue, es volver al amor una forma de existencia. 


 




Lo más preciado que tengo

Te amo con la verdad que arde,  con la llama que aún no aprende a pedir permiso.  Siempre atesoraré lo que vivimos. El primer beso que te dí...