Eres mi certeza más suave y mi espera más fértil.
Eres mi ilusión más ávida y mi ilusión más paciente.
Aunque el tiempo nos desdoble, yo permanezco: como altar encendido, como promesa sin prisa. Mi amor se arrodilla ante tu necesidad de sanación sin necesidad de ser nombrado para existir.
Te extraño, te anhelo, pero es mi prioridad tu tranquilidad por encima de cualquier cosa. Tu paz es mi plegaria más constante.
No quiero exigir, sólo ofrecerte acompañarte a lo lejos.
Quiero ser, aun a distancia, el hogar donde pueda descansar tu mente ajetreada. Quiero acunar en mi propio pecho tu luz, y protegerla de todo dolor. Quiero ser el cuenco donde pueda reposar tu miedo.
Aun si no me nombras, yo te protejo desde el silencio que te honra.
Si alguna vez el mundo te pesa, recuerda que hay un pecho que te guarda, una voz que te canta sin ruido, una presencia que no se ausenta.
Sé que hay tanto en este mundo que puede hacernos sangrar, es terriblemente difícil vencer los pecados tan practicados y no lastimar. Pero, por favor, recuerda:
Aunque el frío queme y el miedo muerda
aunque todos sepan que los buenos han perdido
aunque todo el mundo tenga esta sensación rota
lo estás haciendo bien, puedes permitirte perder un día o dos.
Recuerda que Viena espera por ti, y que, tú más que nadie, mereces ser feliz.
Recuerda que estoy contigo, respira conmigo.
Recuerda que en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario