jueves, 6 de febrero de 2025

Mi metamorfosis

 

El amor me ha transformado: ha sido mi capullo para que mire hacia adentro, y también me ha dado alas para tocar el cielo. 

Napoleón, al final el Destino no nos quiso juntos. Todas las palabras que, por tu pronta partida, se quedaron en mis labios, las derramé en cartas; esas que, por orgullo, decidí nunca enviarte. Tus últimos besos dejaron mis labios como témpanos de hielo, pero gracias a ti soy escritora.

Mägo, por tu dolorosa ascendencia fuiste mi espejo. Siempre pude verte nítidamente, ya que tus hechizos no lograron ocultar jamás tus heridas. Gracias a tu pena, nacieron flores en mis manos, y sé que al amanecer seré Demeter.

Kousei, tu amor fue tan vasto que tomaste la mitad del que habitaba en tu pecho, lo moldeaste con tus manos y lo colocaste en el mío, que estaba tan hueco. Llenaste el vacío con la percusión de nuestros latidos. Llenaste de auténtica luz mi anterior, y por fin, pude mirarme a mí misma. Amigo A, me diste una dirección cuando deambulaba exhausta por todo el planeta, y me diste estabilidad cuando mis pies tropezaban por la falta de fuerzas para continuar. Gracias a ti estoy viva y soy amante de la vida.

Fletcher, tu inmadurez y tu envidia casi me destruyen. Busqué tan desesperadamente tu atención que me convertí en una enclenque bailarina de marfil, danzando en espiral dentro de tu endemoniada caja musical. Casi pierdo la cordura, pero la luz del exterior me hizo anhelar mi libertad. Fuiste mi peor prisión, pero mis piernas se fortalecieron para demostrarte que no sólo puedo levantarme del suelo, sino que puedo escalar tan alto como quiera. Para demostrarte que tan lejos puedo irme de quien me hace daño, me hiciste fuerte.

Luzbel, con engaños me atrajiste al más sofocante averno y me volviste una sombra trémula de ti, replicando tu tiranía. Pero con golpes me despertaste de la pesadilla: el estertor de tu violencia impactando en mi pecho me hizo darme cuenta de que, en realidad, me estaba ahogando. Entonces volví a respirar, volví a mi cuerpo, al mundo de los vivos. Con el corte de tu guadaña me hiciste valorar la realidad por encima de las ilusiones. Una vez con los ojos limpios, me dí cuenta de que el cielo no se construye con ángeles caídos. Me hiciste sabia.

Y finalmente tú, mi príncipe gitano: tú me has hecho enfrentar mis miedos pasados y futuros. Me has hecho abrazar mis raíces y podarlas para ser libre. Me has enseñado a danzar con el fuego, a recorrer tus pisadas de trapecista para construir castillos en el aire a partir de las nubes. Tú me haces valiente soñadora, niña adulta. Gracias a ti abrazo a la pequeña que dejé asustada tras bambalinas, y le aplaudo a la trovadora que ruge sobre el escenario. Tú liberaste a Afrodita en mi monte de Venus y retrataste mi naturaleza de Dríade. Eres presente que evoca momentos futuros: he visto en la bola de cristal que me harás Luna llena. 
El amor entierra las partes de mí que deben morir, el amor justifica mi existir. El amor es mi elixir.


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