sábado, 11 de octubre de 2025

Las vulnerabilidades

 

 Fui Sara, a veces aún lo soy. Y soy Elvira...o al menos, trato de serlo.
Entiendo a las mujeres que luchan, entiendo su ira, su hartazgo, su miedo traducido en violencia...aunque violencia es lo que ya menos quieren. Una vez que la has vivido en carne propia, ni siquiera en la ficción quisieras que existiera. Desde lo que me pasó hace cuatro años no he podido ver muchas series y películas, me parece increíble que trato de adelantar las escenas de tortura y no basta el +10, +10, +10...¿Cómo es posible que duren más tiempo que eso? ¿Quién soporta verlo?
Muchas veces, ser mujer es sentir miedo.
Sentir miedo en un chequeo médico, porque ni siquiera sabes si para ese hombre de bata blanca y estetoscopio aún significa algo el juramento de Hipócrates.
Sentir miedo de quedarte en el aula a solas con el profesor, y preferir huir abrazada a tus dudas. 
Sentir miedo de salir a la calle, de la casa al trabajo y de regreso...no se diga si se trata de una salida por la noche con amigas a un bar.
Sentir miedo incluso de tu propio padre, de tus hermanos, de tus tíos o primos...porque nunca faltó un comentario fuera de lugar, una mirada que te hizo sentir extraña, un abrazo que duró demasiado y que se sintió más bien como caer en una arena movediza.
Sentir miedo de una pareja es lo más doloroso y complejo que me ha pasado en la vida. El terapeuta tuvo que repetirme muchas veces que sentir amor y miedo por una misma persona era incompatible, porque el amor no golpea, no grita, no insulta, no amenaza. El amor no te hace sentir insignificante, pequeñísima, reemplazable. El amor no te hace temblar de miedo.
Por eso soy feminista. 
Desearía no serlo. No debería de ser necesaria esta lucha de mujeres cansadas, de mujeres que ya no tienen fuerzas de seguir marchando, de mujeres a las que el miedo enmudeció. Por eso soy feminista, por ellas: porque aun cojeando de una pierna puedo marchar, porque esa noche mi voz no se quedó atrapada en mi garganta bajo la dictadura de sus dedos.  
 Soy feminista porque sueño con el día en el que las mujeres nos sintamos a salvo, en nuestro propio trabajo o colegio, en nuestro propio círculo de amigos, en nuestra propia casa, en nuestro propio cuerpo. 

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