martes, 26 de agosto de 2025

Tribunal sin rostro: la inquisición digital

«Parece contradictorio extender la libertad de expresión a extremistas que... si triunfan, suprimirían sin dudar las opiniones de aquellos con los que discrepan» señaló Karl Popper, dentro de su Paradoja de la tolerancia. 
Estamos inmersos en la cultura de la cancelación: solemos pensar que el objetivo de las redes sociales es interactuar con amigos, familiares y personas con intereses similares a los nuestros; el algoritmo de YouTube nos encierra en una prisión voluntaria, en donde estamos a salvo de encontrarnos opiniones diferentes. 
Diversos intelectuales han señalado que esta práctica atenta directamente contra la libertad de expresión y el libre flujo de ideas e información, pues busca silenciar a cualquiera que vaya en contra de lo políticamente correcto o…más bien, cualquiera que tenga un discurso que desagrade a la hegemonía.
Quienes defienden la cancelación establecen que es una forma de hacer justicia, de sancionar a las figuras públicas han cometido delitos o actos inmorales. Sin embargo, muchos han sido acusados injustamente, sin poseer suficientes pruebas, haciendo que el público desacredite su obra y olvidando que la injuria también es un delito. Ejemplos de esto, son los casos de Michael Jackson, Morgan Freeman, Woody Allen y Johnny Depp.
Ahora bien ¿Deberíamos dejar de consumir el arte de los famosos cuya culpabilidad sí fue demostrada? El artista no es su obra ni viceversa. Picasso era misógino, sin embargo, su obra no difundía el odio hacia las mujeres…por el contrario, su obra más icónica (la Guernica) es antibelicista. El artista debe ser observado desde su contexto histórico y su caso particular. Si bien Marx engañaba a su mujer, era de lo más común que los hombres de su tiempo fueran infieles y promiscuos ¿Cómo habría cambiado la historia si hubiéramos desechado sus teorías por su polémica vida privada?
 Por otro lado, si no tienes nada en contra de la figura pública, pero no estás de acuerdo con los valores que difunde: no es necesario censurar, arruinar la carrera profesional del líder de opinión, basta con no visualizar su contenido. El emisor debe conocer el impacto de sus palabras, de su influencia, pero la audiencia es crítica con la información que recibe. La teoría de la aguja hipodérmica ya ha quedado más que sepultada.
Otro aspecto que defienden los practicantes de la cultura de cancelación es que le da poder al consumidor, al ciudadano común, a la masa. Justo lo necesario cuando el Estado de Derecho no funciona con su excesiva burocracia. Se consideran los mesías que castigarán lo que el Estado no castiga porque está fuera de sus leyes. El egocentrismo ha hecho mucho daño a las nuevas generaciones.
En realidad, el Estado de Derecho existe porque se necesita a alguien que proteja y castigue de forma proporcional e imparcial. Tal y como en la Edad Media, la cultura de cancelación entiende la venganza como justicia. ¿Es justo que quienes ejercen su derecho a réplica, sin tener argumentos sólidos, consigan censurar a las figuras públicas por dar su opinión?
La destrucción de la memoria practicada en la antigüedad, nos dejó un importante mensaje: necesitamos un intercambio y enfrentamiento de ideas. Sin debate, el aborto legal no sería una realidad. Sin debate, nos avanzamos como sociedad. 


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