miércoles, 2 de julio de 2025

Entre ecos de suspiros antiguos

Mi amado Edmond:

Te pido que intentes leer mi carta desde una ira sosegada por la ternura y la compasión, desde un dolor que se vuelva lágrima y no espada. Te suplico que le permitas a mi susurro de sinceridad llegar a ti en medio de este vendaval...que cada una de mis palabras abran con luz las ventanas selladas en tu interior.

Siento que han pasado vidas enteras desde que te vi partir con los ojos llenos de mar, anhelando aventuras que renovaran tu alma...pues hoy en tu mirada leo que algo murió contigo aquella noche. Sé que te volviste de piedra para sobrevivir al dolor, sé que mi nombre fue tu brújula... y nunca esperaste que fuera tu naufragio también.

Debes saberlo: yo también fui enterrada en vida, Edmond. En el nombre del deber, en la cárcel de lo que creí correcto, y con una culpa que nunca escogí. No pretendo justificar mis decisiones, sólo abrazarme porque nunca te olvidé, ni en los rezos más amargos ni en las madrugadas más largas...y cuando descubrí que seguías con vida gracias  a una sed de venganza, el aire se tornó denso como cuando el mar anuncia tormenta, y comprendí que la calma que había cultivado todos estos años no era más que una tregua con el dolor.

Necesito que sepas que tu nombre fue mi ancla y mi naufragio, que te he amado de todas las formas posibles: en la esperanza, en la pérdida, en la distancia que hay entre los mares. Y hoy, al verte, entendí que también puedo amarte en el silencio.

Tú volviste siendo otro hombre; yo también soy una mujer más fuerte, más quieta. Y sin embargo, frente a ti, vuelvo a temblar como la joven que creía que el amor bastaba. Dime ¿De qué estamos hechos ahora, tú y yo? ¿Somos la misma carne herida por otras manos, o tan solo reflejos sobrevivientes de un amor que alguna vez creyó ser eterno e inquebrantable ante cualquier ola bravía? 

Tengo fe en que al verme tan digna, rota y renacida sientas un orgullo tan grande que aplaste de una vez por todas a la desconfianza.

Te pido que que lo amado no se pudra en la memoria, que la pus de nuestras heridas no lo manchen, que las sombras no reclamen lo que sobrevivió...que el fuego de un posible reencuentro no nos destruya, sino que nos transforme. Si este amor ha de sobrevivir, deberá ser deshecho y rehecho en la llama de la verdad, nacer después de la combustión de lo viejo.

Mírame con los ojos limpios y dime ¿De verdad es necesaria tu venganza? Te he dicho ya que mi peor condena fue el haberte perdido.

No te escribo para reclamar un lugar en tu vida...sólo para decirte que, donde sea que el destino nos coloque, mi alma siempre reconocerá a la tuya… como se reconocen las estrellas aunque la noche cambie. 

Te sigue amando

-Mercedes





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