Que renazca la inocencia, que vuelva la ligereza en el cuerpo tras tanto cansancio.
Que regrese el juego, ese que nos hacía olvidar si era tarde o temprano para tal o cual cosa tediosamente burocrática.
Que se enciendan luces fosforescentes en las miradas y el jazz nos traiga un cosquilleo en el estómago, ese tan similar a cuando nos hemos enamorado por primera vez.
Que la confianza se reestructure, que los fracasos sean como esos raspones de rodilla que arden sólo tantito, porque las ganas de seguir corriendo hacen que a uno se le olvide y siga adelante.
Eso es todo lo que quiero: romper el reloj de arena para olvidar que el tiempo, mi tiempo, se va para no regresar. Quiero vivir con todas mis fuerzas, a lagrimones y a carcajadas, antes de que la vida se me vaya.

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