Perdí mi brújula, mi estrella guía. Estuve orbitando alrededor de astros que me repelen...y no supe cómo parar, cómo restablecer la gravedad. Todo el mundo me grita desde la Tierra que puedo bajar, pero para ellos es fácil decirlo: no están a kilómetros y kilómetros y kilómetros de altura; no sienten este hueco en la panza al mirar hacia abajo e imaginar cuánto dolerá caer de cabeza contra el lodo.
No debería de necesitar aclararlo: sí, soy una soñadora, pero no estoy dormida. Mis ojos están abiertos, desorbitados. Si no viera la realidad no estaría muriendo de miedo.
Yo sé que mi abuela me espera al final del bosque. Sé que estoy desparramando por el camino la fruta que me pidió, que estoy regalándole flores a los lobos aún corriendo el riesgo de ser devorada. Pero ¿Se les olvida que por muchos años yo también estuve entre penumbras, descuartizando criaturas inocentes porque el dolor me hacía sobrerreaccionar?
No olviden que yo seguiría corriendo en cuatro patas, babeando sangre y exhalando vaho, olfateando gente herida para destrozarla, si no fuera porque alguien se tragó su miedo para curar mis heridas de bala. El amor me hizo descubrir que era pequeña, desprovista de pelaje y de colmillos...y aún así, me sentí a salvo por primera vez.
Sí, tengo miedo en este bosque espacial, donde el sol no sabe si irse o quedarse, así que es de día y de noche a la vez...y no sé en qué momento los depredadores atacarán. Sí tengo miedo de no poder domar a los lobos, sanarlos como alguien me sanó a mí...pero no puedo simplemente abandonarles. Nadie me cree, pero he visto en uno de ellos, un humano atrapado en sus pupilas. He visto que sólo quiere sentirse libre, a salvo, admirado. He visto que esconde las garras cuando me le acerco, porque le da vergüenza la sangre que quedó en ellas y porque no quiere lastimarme. Prometió no hacerlo, y yo prometí curarle el alma, borrarle los miedos.
Las probabilidades de tener éxito son bajas, y el precio a pagar si fracasamos es demasiado alto. Desde que me puse la caperuza he sido muy lastimada, en el pasado me equivoqué confiando demasiado rápido en un lobo, y casi me cuesta la vida. Aún tengo pesadillas sobre esas noches. Pero en los ojos de aquel lobo sólo había abismos negros, agujeros negros que por poco y me tragan.
En cambio, en los ojos de este lobo, de mi lobo, veo esperanza. Se acercó a mí cuando perdí mi brújula y el rastro de las estrellas, cuando perdí mi mechero y no podía hacer una fogata. Me dejó dormir en su regazo y así no morí de frío. Me ha dejado aferrarme a su lomo para pescar, porque aún no sé nadar. Ha lamido mis lágrimas, aún cuando odia su sabor salado y él no puede llorar, aunque tenga el alma colmada de penas.
Abuela, por favor espera un poco más por mí. Mamá, tenme fe. Comprendo sus temores, son razonables...pero la mayor magia de este mundo por lo general es inexplicable, incomprensible. Los milagros existen, la persona que soy hoy es hija de uno.
Sé que estoy caminando en terreno peligroso, que quizás donde parece haber hierba y flores hay debajo frágil hielo. Pero estoy salvando a este lobo, y él me está dando un rumbo cuando he perdido lo que más amaba. Él me está haciendo ver colores que no era capaz de ver, me está ayudando a caminar cuando tengo la columna vertebral rota. Le estoy enseñando a amar, y él me está salvando con ese amor.
Sé que parece autodestrucción, pero es mi auto salvación.

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