Sólo aspiro a ser más libre: de los monstruos que expulsé de debajo de la cama, pero que se hinchan en las butacas cada que me subo a un escenario; de las arpías que me gritan insultos con sus voces estridentes cada que me miro al espejo; y de los fantasmas de mi pasado, que se aferran a mi mano, y suplican y ordenan "No me dejes atrás".
Libre: del Cristo ensangrentado que me dice "Llora, llora océanos. Hasta que el diluvio ahogue a los pecadores... incluyéndote"; de las promesas de un mundo nuevo que no llegará, pues no a todos conviene; de mi infancia, de mi ignorancia, que me hace errar y errar.
Libre: de mi cuerpo físico con sus huesos torcidos, de sus dolores y su hedor; del amor que siento (¿Es amor? ¿Sé amar?) por la efímera belleza que hay en un par de palabras de aliento, en un beso, en un abrazo.
Libre: de esta vida que no entiendo por su complejidad, de esta vida que me desprecia por mi vulgar simpleza; de esta madriguera que me llevó al país del caos y de las maravillas...porque yo sólo me quiero encontrar debajo del árbol exhalando y exudando la calma de la nada.

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