jueves, 2 de mayo de 2024

Duelo

 Negación

¿Qué está pasando? Sólo debe ser Dios poniéndome a prueba, otra vez. Sólo eres tú, saliendo por la puerta con tus maletas, otra vez. Pero...¿Por qué? ¿Por qué estás dejando todos nuestros recuerdos fuera de ella? ¿Por qué no te los llevas? No importa. Sé que regresarás. Siempre lo haces. Nuestro amor es más fuerte que los errores que cometemos.

Con una ancha sonrisa, dices que has encontrado un nuevo amor, pero no me engañas: tus ojos me dicen que esto no es un adiós, sólo un "Hasta luego". Estás jugando conmigo, está bien...te dejaré divertirte. Yo esperaré, porque sé que volverás. 

La espera

He preparado para dos la cena, sé que quisieras fuera para tres...pero no puedo. Por favor, hoy déjale fuera. 

Me siento a la mesa, miro las flores que puse en el centro: son tus favoritas, espero te saquen una sonrisa. 

Me rugen las tripas, quizás no debería de mirar fijamente la pizza. Como acto medianamente involuntario, miro el reloj. Ya ha pasado media hora de la habitual de tu llegada, pero sé que vendrás. 

Me sirvo una copa de vino. Lo siento, sé que no te gusta que beba...pero quiero recibirte con una sonrisa.

Ya es pasada la medianoche, la copa de vino se convirtió en la botella completa. Lo siento.

Hay una mosca. Se está avorazando nuestra pizza, esa que tanto te gusta. ¿Por qué la estoy dejando hacerlo? ¿Por qué no vienes a matarla, a abrazarme? Tengo frío, me puse esa ropa que tanto te prende. ¿Por qué no vienes, amor? ¿De verdad estás feliz en ese otro lugar, con esa otra persona, como mi mente  y mi madre no se cansan de repetirme?

No. Seguramente te atascaste en el tráfico. Ya llegarás. Pondré las lámparas a media luz, y me sentaré aquí. No importa si me duermo, tienes llaves para entrar. Y seguro me despiertas con un beso.

Dolor 

Quiero vomitar. Tu suéter ya no huele a ti, apesta a suavizante de telas...y ya no me abriga. Trato de darme amor y calor por mi cuenta, no debo necesitarte ni para esto ni para nada...No puedo. Mis manos tiemblan, mi respiración es trémula, mi aliento se rompe en un sollozo, no en un gemido. 

Les he visto por la calle, tomados del brazo, entrelazando carcajadas. Qué injusta es la vida, que la confidencia tuya y mía se dio mediante el llanto...y a la que veo entre ustedes la forjó la ternura, la fantasía, la dicha...

Quiero vomitar. 

Descuelgo tu retrato de la pared, lo arrojó con todas mis fuerzas. El marco se hizo trizas, pero tu mirada burlona me acecha intacta desde el suelo. Quiero sacarme los ojos...pero aún cerrándolos te veo, les veo, en la negritud de la memoria.

A solas con tu fantasma

Nadie es capaz de verte, a veces ni yo...aún así, me haces compañía.

Extraño ver tu sombra junto a mi sombra en el pavimento, pero te encuentro en el perfume del transeúnte que pasó a mi costado para arrebasarme. Te encuentro en los bordes de mi subconsciente, cuando no tomo píldoras para dormir. Te encuentro en mi taza de café, cuando me descubro preparándolo como lo bebías tú. 

Aún lloro un poquito cuando suena tu canción favorita en la radio, y no me atrevo a cambiar de estación, pero...cada vez tu ausencia duele un poquito menos, la trazo y la coloreo con la imaginación. Creo que he aprendido, como le dijo el Tío Tacho a Panchito, a domar tu recuerdo.

El pasado traslúcido, el presente a todo color

Me compré un perfume nuevo: tiene un aroma a cítricos tan fuerte que dan ganas de comerse una mandarina, o de exprimirse un limón entero en la boca. Es tan penetrante que ya no percibo las lociones de los otros transeúntes. 

He estado corriendo todos los lunes, haciendo pilates todos los miércoles; y yoga, todos los viernes. En la noche caigo como un costal de patatas, y con una sonrisa de satisfacción en la cara.

Conocí a alguien en la que era nuestra cafetería. Me encontró leyendo Días sin ti de Elvira Sastre, y me preguntó mil cosas al respecto...no porque le gusté Elvira, de hecho, ni siquiera es afín a la lectura...pero le pareció un libro interesante, sólo por el hecho de interesarme a mí. También me preguntó cómo me gusta el café: le respondí que antes lo tomaba negro, con mucha azúcar...omití que ese mal vicio me lo dejaste tú, claro; pero le dije que ahora prefiero los frappés sabor matcha. Me ordenó uno, cuando me lo trajeron, arrugó la nariz haciendo una cara rarísima y yo no pude evitar soltar una carcajada. 

Reímos tanto que me dolió la panza... y me dí cuenta que no sabía cuándo había sido la última vez que lo había hecho.

Hoy me invitó a una fiesta con temática de los 70's, y aunque al final ya no me enseñaste a bailar...le dije que sí.

Cierro un libro, abro otro

"Días sin ti" fue sumamente especial para mí. Me ayudó a sobrellevar tu partida,  pero he querido empezar una cadenita de favores, y se lo he regalado a un viejo amigo que, por lo que leo en sus ojos, también perdió a un gran amor.

¿Te preguntas que leeré ahora? Bien pues..."Las vulnerabilidades" llegó a mis manos, fue un regalo de esa persona especial, de la que te conté la última vez. No es el tipo de lectura a la que estoy acostumbrada, pero estoy abierta a que sea una lectura maravillosa. 

En cuanto a esa persona: hemos desnudado nuestros pasados, abrazado nuestras heridas, contado nuestros lunares. Pensamos que podremos hacerlo funcionar. Yo creo en ello.

En cuanto a ti...sé que ya no quieres que sostengamos una conversación para despedirnos, pero está bien. Estamos bien:

Cuando planté rosales en tu pecho, coseché rosas. Y yo sabía que tendrían pétalos carmesí y espinas. Así me hirieron, así las amé.

Cuando te fuiste cien veces, te retuve sólo una...y cometí el error de asumir que volverías las otras noventa y nueve. 

Me diste noches buenas y noches de penas. Yo hice lo mismo contigo. Hoy, ya no nos tenemos el uno al otro, pero tenemos noches serenas.

Te amé, me amaste. El sol acarició mi faz y se marchó. Yo aprendí a vivir sin su caricia.

Mi vida, nada me debes. Mi vida, por fin estamos en paz. 






 

 



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