Bebiendo en la orilla, ví resplandecer tus escamas y tus ojos amarillos. Cautivada, deseé ser tú...no importaba si eso implicaba tener esos puliagudos colmillos. Te regocijaste ante mi asombro, diste volteretas y te zambulliste en la laguna, sólo para retornar triunfal con una pícara sonrisa.
"¿Ya viste todo lo que sé hacer? ¿Por qué no lo intentas?" "Pero...soy una gacela..." "Una gacela mediocre, porque yo también soy una gacela y, mírame". Sabía que mentías, conocía bien tu naturaleza de reptil y lo que ello implica...pero impulsada por la competitividad y por el deseo de seguir viendo el peligro en tus ojos, salté al agua pantanosa.
Mis rápidas extremidades se ralentizaron, pesaban como si estuvieran llenas de toneladas de piedras en lugar de con sangre...y mientras mis pulmones se llenaban de lodo, te ví braceando a toda velocidad, con el hocico bien abierto para desmembrarme en tu danza espiralesca.
Fue la avidez en tus pupilas lo que me impulsó a romper las aguas de una estocada y lanzar un bramido suplicante por vida. Ví la muerte entre tus fauces, a punto de cernise sobre mí...y enconces ¡PLANK! Te dieron un, bien merecido, remazo que te mandó a dormir.
"Gacelita tontita" dijo el valiente explorador con voz que denotaba perplejidad y burla.
Sí, tontísima. Estoy demasiado agradecida y lúcida como para negar el insulto...¿Para qué demonios querría yo ser un reptante horroroso?

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