“Abrió
los ojos de repente antes de que sonase la última campanada del reloj de la
torre, como si se hubiese arrepentido del paso que iba a dar, y no murió” en
las Intermitencias de la muerte de
José Saramago, estas palabras las interpretan los medios de forma literal, así
que los habitantes de una nación anónima asumen que la ausencia de defunciones
se debe a que las personas se niegan a morir. En realidad, no ha triunfado la
voluntad humana por aferrarse a la vida: la muerte, harta de que su labor sea
menospreciada, está en huelga.
Lo
que seguramente todos los seres humanos hemos imaginado como una utopía,
muestra su verdadera cara en esta novela-ensayo del incansable escritor
portugués. Inicialmente los ciudadanos se alegran, un fervor patriótico inunda
las calles ante la idea de que es el pueblo elegido. Sin embargo, los problemas
no tardan en aparecer: los asilos y los hospitales no se dan abasto; los
seguros de vida y sus clientes no se ponen de acuerdo; el gremio funerario
propone enterrar animales para no irse a la quiebra; la Iglesia pierde toda
credibilidad; el gobierno se alía con la Maphia para trasladar a los enfermos
terminales a las fronteras, donde sí puedan morir, provocando el disgusto de
los países vecinos.
Saramago disfraza esta historia de distopía para criticar la hipocresía de las instituciones, incluyendo a la familia, especialmente por relegar en el olvido y el abandono a los adultos de la tercera edad. Invita al lector a reflexionar sobre lo irracional que es el anhelo humano de alcanzar la inmortalidad. Nos invita a aceptar a la muerte con todas sus implicaciones, sin atribuirle un carácter maligno.
La
muerte es un proceso complejo, que experimentamos de forma individual, y a la
vez, cultural. Este artículo podría ser de extensión infinita intentando llegar
a una conclusión, pero ni siquiera Saramago tuvo esas intenciones. Mediante de
las cavilaciones de filósofos y religiosos, el autor no pretende predicar
ninguna verdad absoluta. Las
Intermitencias de la muerte de José Saramago no es un manual para la buena vida
o la digna muerte, es una invitación a repensar este fenómeno inherente al
tiempo.

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