jueves, 20 de octubre de 2022

¿Y si la muerte hiciera huelga?

 



“Abrió los ojos de repente antes de que sonase la última campanada del reloj de la torre, como si se hubiese arrepentido del paso que iba a dar, y no murió” en las Intermitencias de la muerte de José Saramago, estas palabras las interpretan los medios de forma literal, así que los habitantes de una nación anónima asumen que la ausencia de defunciones se debe a que las personas se niegan a morir. En realidad, no ha triunfado la voluntad humana por aferrarse a la vida: la muerte, harta de que su labor sea menospreciada, está en huelga.

Lo que seguramente todos los seres humanos hemos imaginado como una utopía, muestra su verdadera cara en esta novela-ensayo del incansable escritor portugués. Inicialmente los ciudadanos se alegran, un fervor patriótico inunda las calles ante la idea de que es el pueblo elegido. Sin embargo, los problemas no tardan en aparecer: los asilos y los hospitales no se dan abasto; los seguros de vida y sus clientes no se ponen de acuerdo; el gremio funerario propone enterrar animales para no irse a la quiebra; la Iglesia pierde toda credibilidad; el gobierno se alía con la Maphia para trasladar a los enfermos terminales a las fronteras, donde sí puedan morir, provocando el disgusto de los países vecinos.

Saramago disfraza esta historia de distopía para criticar la hipocresía de las instituciones, incluyendo a la familia, especialmente por relegar en el olvido y el abandono a los adultos de la tercera edad. Invita al lector a reflexionar sobre lo irracional que es el anhelo humano de alcanzar la inmortalidad. Nos invita a aceptar a la muerte con todas sus implicaciones, sin atribuirle un carácter maligno.

La muerte es un proceso complejo, que experimentamos de forma individual, y a la vez, cultural. Este artículo podría ser de extensión infinita intentando llegar a una conclusión, pero ni siquiera Saramago tuvo esas intenciones. Mediante de las cavilaciones de filósofos y religiosos, el autor no pretende predicar ninguna verdad absoluta.  Las Intermitencias de la muerte de José Saramago no es un manual para la buena vida o la digna muerte, es una invitación a repensar este fenómeno inherente al tiempo.

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