jueves, 13 de marzo de 2025

El Palacio Rosa

Cuando era niña, más o menos a los 7 u 8 años, mi sueño era tener mi propio "Palacio Rosa": inspirada por la película "Hotel para perros" y a raíz de ver el documental "Paredes de cristal", pensaba en que sería muy fácil y maravilloso tener un refugio para cerditos comprándolos a los mataderos para después llevarlos a un lugar donde tendrían masajistas personales en spas, nutriólogas para desintoxicarlos y regresarlos a su peso ideal, así como una habitación llena de juguetes para cada uno. Mi Palacio Rosa tendría jardines enormes, y sólo se podría acceder a él a través de un laberinto en el que se testearan las decisiones de las personas, para asegurarme de que nadie que entrara fuera capaz de volver a hacerles daño.

Tal lugar ficticio se quedó en mis ideas y ensoñaciones infantiles, y agradezco que la Kari de esos años no pueda ver quién soy hoy porque sé que estaría muy decepcionada: no sólo estamos a años luz de construir ese lugar, sino que además, no salvamos a la vaquita marina, no somos ecologistas porque ni siquiera hemos logrado ser minimalistas ni zero waste, no hemos escrito y publicado una novela en honor a J. K. Rowling, no estamos a dos años de casarnos, no sabemos tocar el piano, no bailamos ballet ni patinamos sobre hielo, y no le hemos comprado una casa a mamá porque ni siquiera hemos terminado la licenciatura.

Lo peor de todo sería tener que explicarle a esa niña de ojos alegres por qué no hemos hecho nada de todo lo que ella soñaba, contarle que su perrita ya no está y que tengo mil dudas de haberle dado la mitad de todos los cuidados que se merecía. Sé que frunciría el sueño con confusión si le dijera que pasamos de sentirnos guapísimas como Madonna a matar nuestro cuerpo de hambre sólo para gustarle a un chico que no mostró ni un 10% de interés por conocernos. Sé que rompería en llanto si le dijera que, en la búsqueda de nuestro príncipe azul, nos topamos con un hombre que nos escupió en la cara mientras esperábamos desde el suelo una patada suya más. Sé que no me perdonaría si le confesara que nosotras mismas le fallamos a la fidelidad.

¿Karitas comprendería que, al final, hayamos escogido Psicología en vez de Artes Escénicas o Música? ¿Se sentiría por lo menos un poquito menos decepcionada si supiera que hemos amado y nos han amado muy profundamente, y que el amor es mejor en la vida real que en las películas de Disney? ¿Me perdonaría si supiera que hay alguien que nos lee, aunque escribamos bastante mal en un sencillo blog, y que todos los días nos levantamos a trabajar pensando en la casita para mamá? 

Quiero creer que ella comprendería que he hecho las cosas lo mejor que he podido, pero no puedo engañarme a mí misma pensando que fue suficiente...que está bien vivir persiguiendo estrellas fugaces, amasando y estirando arcilla sin nunca darle una forma definitiva. 

Quiero ser real: no quiero que mi boca pronuncie promesas que no va a cumplir, no quiero ser una sonámbula que finge estar despierta, no quiero ser llevada por la inercia. Quiero saber que Karitas estaría orgullosa de mí si viajara a través de espacio-tiempo al observarme y pronto ver que en la música que salga de mis manos y mis pies está toda la magia que aplaudíamos en otras personas; que aún sin alianzas reina el amor y la lealtad en mi vida; que las palabras no sólo crean fantasía para escapar, sino que son un vehículo para sanar a otras personas y construir un mundo mejor; que en cada plato sin carne hay un pequeño Palacio Rosa. 




 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más preciado que tengo

Te amo con la verdad que arde,  con la llama que aún no aprende a pedir permiso.  Siempre atesoraré lo que vivimos. El primer beso que te dí...