Borrachos de amor en Tennesse, llenamos los vasos para celebrar que las cosas mejoraron y brindamos por todos aquellos a los que hemos besado y a todos aquellos a los que hemos perdido...hasta que llegaron al festejo Jolene y Cindy Lou para aguarlo todo. Me costó aceptar que fuiste tú quien las invitó.
Y aún me tomará un tiempo conseguir mi licencia para conducir, pero cuando lo logre, conduciré a la capital, a la corte del canguro. Allí dejaremos salir todo lo que duele y lo que aún arde bajo la piel, sin miedo a que, al chisporrotear, hagamos una hoguera para quemar vivo al otro.
Espero que, para en ese entonces, podamos conversar en lugar de sólo hablar. Espero que dejes de interpretar a Houdini, de perseguir dejá vú's, pues sería injusto hacerlo aún después de que yo haya recorrido más de 500 millas para encontrarnos cara a cara.
Hasta entonces, iré a la matinée a ver una y otra vez la historia que escribimos con sangre, para intentar entender...¿Lo que sucedió fue porque siempre he sido mala para las matemáticas, y me equivoqué al creer que yo sería tu número uno? ¿Fue que sólo quería hacer que cada minuto juntos contará, mientras tú sólo pensabas en engordar tu cartera? Quizás todo sería diferente si pudiera leer tu mente, pero nunca te arriesgarás a ser transparente...ja, como si eso te volviera frágil cristal.
Me duele que yo sí he estado dispuesta a modificar mi idea de lo que es el éxito, pero no te equivoques, no te responsabilizo si el final es amargo: cometí delitos más graves que tú, y ni siquiera tengo una defensa preparada porque no creo merecerla. Lo más injusto de todo es que sonríes, y por un momento pienso que nada malo ha sucedido; me abrazas y creo que todo fue una pesadilla de la que se puede despertar, o que un plumazo del guionista nos llevará al final feliz con un plot twist.
A veces sólo quisiera tomar el tren de la noche y huir de tus multitudes ruidosas, de sus aplausos tan sonoros que retumban en el vacío. Aún te amo, es verdad...pero no sabes en cuántos pedazos me derrumbé cuando vi al sol quedar eclipsado por la noche, no sabes que casi morí de frío cuando me desterraste y exiliaste, no sabes cuánto lloré por esa chica y su sonrisa de lentejuelas...
Y es que tú lo sabías...tú sabes cuánto duele ser un suéter viejo olvidado debajo de la cama, tú sabes lo que duele ser abandonado cada agosto. No me pidas que sea Wendy, jugando a ser tu madre y esperando a que por fin seas valiente; no me pidas que no llore letras y letras si me doy cuenta que me sigues amando en susurros cuando yo sólo sé amar a gritos, empapándome de tinta...
No me pidas que vuele a tu lado, dejando todo lo que amo, si tú no serás capaz de desacelerar y volar a mi ritmo.
Sí: sí quiero amarte, quiero estar contigo en cada risa y enfrentar juntos cada tropiezo; pero también quiero, por una vez en la vida, estar segura de algo. Quiero saber que no es obsesión, ni miedo, ni conformismo...quiero saber que tu amor es real, que sientes mi nombre en cada latido.

