jueves, 29 de junio de 2023

“Yo no estudié medicina veterinaria para estar matando animales” ex directora de Control Animal, San Juan Del Río, Querétaro.

 

Un domingo de marzo llegué al número 95 de Río Conca, y de inmediato supe que era ella: en sus cuarenta que aparentaban treinta, delgada, no muy alta, poseía un rostro ovalado pueril…pero unos ojos sagaces, de halcón. Las mariposas de tinta azul, que se movían casi con vida propia en su brazo debido a la rapidez con la que estaba frotando los cristales ya impecables, se detuvieron en cuanto me vio en la acera.

La médico veterinario y ex directora de Control Animal, Flor García Fernández, me invitó a entrar a su consultorio, y de antemano, se disculpó porque sabía que en cualquier momento llegarían los tutores de Sofí, la gata gris atigrada, e interrumpirían nuestra entrevista. Le respondí que, siendo una persona tan ocupada, para mí era más que suficiente con haberme recibido.

Me interesa saber qué cambios quería implementar en Control Animal, y por qué no se lo permitieron, le solté sin más rodeos. Me asombró que, en vez de rehuirme, sus ojos castaños me sonrieron, osados:

Quería implementar un nuevo plan de trabajo, un programa de equilibrio poblacional canino y gatuno, que resolvería en tres años la sobrepoblación desbordada. La ciudadanía ya no puede absorber esa cantidad adoptando, así que los animales terminan padeciendo en las calles o en perreras y refugios, que no son más que centros de matanza.

Explicó que este plan replicaba una estrategia aplicada en Argentina y Holanda, países que ya han resuelto el problema, la cual consiste en esterilizar de forma masiva, gratuita, sistemática, extensiva, temprana, y no excluyente.

“Para que no nos gane el número de nacimientos con respecto al número de castraciones, tendríamos que esterilizar al menos al 20% del total de la población, de manera constante a lo largo del año.”

De inmediato citó el artículo cuarto constitucional, y exclamó que, siendo la salud un derecho de todas las personas, el gobierno tiene la obligación de realizar esterilizaciones por todo el territorio y permitir que accedamos a ellas sin importar nuestra situación socioeconómica.

“No puedes pedirle un certificado de pobreza a la gente, discriminar a alguien que traiga un perro de raza, que llegue en un BMW o en una Honda, diciéndole que no se le dará el servicio gratuito porque él sí puede pagarlo.”

Añadió que, si la esterilización se realiza a los tres meses, es más pronta la recuperación post operatoria y los gastos en insumos se reducen, algo fundamental teniendo en cuenta que la Secretaría de Servicios Públicos Municipales no asigna un presupuesto específico a las unidades de Control Animal.

Del otro lado de la mesa quirúrgica, vi su cuerpo tensarse conforme nuestra conversación se alejaba de los planes a implementar, y se centraba en su experiencia dentro del antirrábico. Sin embargo, habló con tal soltura y determinación, que sin dificultades podía imaginarla diciendo eso mismo con un megáfono afuera de la presidencia municipal.

 El señor Vega me había prometido un terreno para construir otra unidad, porque la del centro se inundó y murieron varios perros ahogados; tampoco había espacio suficiente, se metían hasta diez animales por jaula; si bien les iba, eran dos perros en apenas un metro.

MMi bolígrafo se detuvo sobre el papel debido a su prolongada pausa. Detrás de sus ligeras gafas doradas, vi sus ojos humedecerse, pero ella no dejó salir ni una lágrima.

   El interino no era médico veterinario, empleaba métodos inhumanos para matar escudándose con la carencia de Zoletil. Y mientras yo estuve a cargo…pues sí, lamentablemente llevé a cabo bastante matanza…cincuenta animales por semana. Anteriormente, cuando estuvo el médico Higuera, hacía redadas: iba a las comunidades, los subía a la camioneta, los encerraba por tres días…que es lo que marca la norma, por si aparece el tutor para reclamarlo…y posteriormente procedía a la…a la matanza. Él llegó a matar doscientos cincuenta animales por semana.

Ambas suspiramos con alivio cuando los tutores de Sofí aparecieron en la entrada. De inmediato, se colocó el cubre bocas y los hizo pasar.

Las paredes morado oscuro, del mismo color que su filipina, estaban prácticamente desnudas de decoración. El consultorio constaba de la mesa quirúrgica, un pequeño estante con medicamentos, y ocho transportadoras. Era un lugar pequeño y sumamente limpio, lo que me hizo recordar una de sus aclaraciones al hablar del aspecto extensivo de las esterilizaciones “No vendría mal una unidad quirúrgica móvil, pero en todos lados hay escuelas, casas ejidales…así que, cuidando la sepsia, se pueden llevar a cabo casi en cualquier lugar”.

Cuidadosamente sacó a Sofí de la transportadora, hablándole por su nombre y en un tono neutral, de la misma forma en que deberíamos dirigirnos a los niños, sin subestimar su entendimiento. Sofí no quería pasar de los brazos de la doctora a los de la pareja.

    Ya no nos quiere, por operarla.

    Se le pasara el enojo, en el fondo sabe que fue por su bien.

Les dio indicaciones sobre la alimentación a seguir los siguientes diez días y respondió sus dudas respecto a las vacunas. Justo cuando estaban despidiéndose, llegó el tutor de una perrita pitbull. Flor García tiró de ella sujetándola por los codos, pues se negaba a salir de la transportadora, probablemente porque aún la anestesia surtía efectos en su peludo cuerpo.

    Así: así es como debe hacerlo para que…no se le vayan a abrir los puntos.

En cuclillas, la médica la sostuvo horizontalmente, colocando una mano bajo la corva de las patas delanteras; y la otra, bajo sus patas traseras. Cuando trató incorporarse, los cuarenta y tantos kilos del pitbull la llevaron hacia enfrente. A punto de caer de bruces, el tutor reaccionó y las sostuvo a ambas. Flor les acompañó y les ayudó a subir a la camioneta. Regresó, se reacomodó en una coleta el cabello rizado, se quitó el cubre bocas, y volvió a la carga conmigo:

    Hay médicos que, sobre todo después de pasar por Control Animal, ya lo ven como algo natural: los enfilan, inyectan, inyectan…ya anestesiados los pasan en una carretilla para llevarlos a donde les pondrán la sobredosis…matan mecánicamente. Creo que yo no podría perder mi sensibilidad.

    Entonces ¿En ningún momento durante su profesión deja de ser doloroso emocionalmente sacrificar a un animal?

   El término correcto es matanza. No, yo no estudié medicina veterinaria para estar matando animales, mi profesión es cuidar de ellos y de las personas, en Control Animal no estaba
haciendo ninguna de las dos cosas… Un 90% de los que llegaron a la unidad estaban sanos, abandonados por personas con miles de excusas para ya no tenerlos.

    ¿Y cuándo es por eutanasia, cuando ya no quedaba nada que hacer?

    Sobre todo, es difícil cuando ya es un paciente que has tratado mucho tiempo, que diagnosticaste, que lo viste desde su medicina preventiva…generas un lazo con el animalito.

Señaló que la conexión es distinta con cada paciente; que, como con las personas, hay más química con unas que con otras. Pero aclaró que, aun siendo pacientes de sólo unas horas, se puede establecer una comunicación telepática con ellos. Le pedí imaginar que nos dirían los animales si se expresaran verbalmente:

    Desaparezcan del mundo— Susurró, echó a reír, y después llevó su mano hacia su barbilla, dejando ver unas uñas cortas y muy limpias—¿Qué nos dirían…? “Sean más animales, pero no irracionales. Vivan sin envidias, sin pelear por razones ridículas, por cosas absurdas, sean más como nosotros, su vida será más sencilla”.

Añadió que, en realidad, ella quiso estudiar medicina humana, pero que las campañas de castraciones, que lleva ya ocho años realizando, han ayudado también a las personas.

    Por campaña, opero unos veinte. No es operar por operar, generar números para decir “Yo como sociedad civil operé en el año…mil…” Los animales no son números, son seres vivos. El servicio debe ser más personalizado, y las asociaciones no deberían llevar la batuta porque le quitan responsabilidad al gobierno, están haciendo su trabajo.

Procedió a recordar como en la pandemia por Covid 19 las autoridades difundieron masivamente información básica, para que acotáramos sus indicaciones; Flor García considera que, al ser la sobrepoblación canina y gatuna un problema global, como una pandemia, el gobierno debería propiciar una cultura de cuidado animal. Por eso ella promueve el Programa de Equilibrio Poblacional diariamente en sus redes sociales Solución Ética a la Sobrepoblación Canina y Felina.

 “Quiero que sea un efecto cascada, que las entidades vean que sí sirve y lo copien…que se expanda por todo México.”

Con malestar, admitió que el mayor fracaso dentro de su profesión fue haber trabajado en Control Animal y no lograr meterse en la mente de los políticos. Aseguró que trabajar para ellos es someterse a lo que ellos quieren, sin oportunidades de proponer. Lamenta no haber sido lambiscona, pues quizás así le habrían hecho caso…pero su naturaleza es rebelde, así que me desconcierta el animal que dice ser su favorito: las abejas.

Finalmente, me atreví a cuestionarla:

    ¿Cómo le gustaría ser recordada tras morir?

“Quiero ser recordada como una médica veterinaria y ciudadana que nunca se rindió para lograr el objetivo de generar una mejor vida para los perros y gatos, y la comunidad, toda. Especialmente no pienso rendirme en concientizar a la ciudadanía, en decirle que es nuestro derecho pedir que se implemente una política pública que cuide la salud de todos.”



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